martes, 3 de noviembre de 2009

Careti Psychologist - My patient was me

Yesterday a patient came to my office and she sat calmly. I thought It was weird because I know her and she probabbly should had been crying. I even got prepared before she came with 2 boxes of clinex, one for the session with her, and the other one for the rest of the patients of the week. She had a strange look in her face... maybe because during the first seconds, I couldnt recognice any emotion in her facial expression. I dont know if she was trying to pretend she was fine, or if she was nervous... maybe she was just acting. She had her hands very relaxed, and her pose was straight but not rigid. She just stared at me seriously. Aparently she did not want to cry... she didnt want to let her feelings come out. We already knew each other very well and I didnt want to push her sharply into something she didnt want, because there was a chance that she could take it in the wrong way and awake the rage. Her feelings produced a heat in her inner self but depending on the escape valve, they could come out in several ways.... sadness, anger, nostalgy... and I didnt want to let her rage come out. While I was sitting in front of her, I decided to talk about any random thing.
But every time that I felt tempted to pronounce one of those words that - I certainly know they make my patients talk - I didn't dare. I didn't want to listen to her. I dont know how that could happen but I really didnt want to listen to what she had to say. I didn't want to know how she felt. 
We talked about life... and after a while, I asked her for an advice and I knew what she was feeling. I told her that something in particular had happened to me and I asked her to tell me the right thing to do in her opinion. throughout her advice I could observe many elements that caught my attention, because all her advices were a reflection of what she had once experienced. With my story I took her to many areas that were hard to understand, but in many of them she felt empathy; she knew what I was talking about. While she talked to me I could see her whole world wrapped in a package called "advice". But when the session was ended, I felt there was something missing. She never said what was the reason that made her come to see me, and I knew It the whole time but I never dared to ask. And she told me. I stared at her and asked her: What are we going to do? and In that exact moment, I didn't see her anymore. My patient was me. 

Careti Psicóloga - Mi paciente era yo

Ayer vino una paciente a mi consulta, y se sentó calmada. Lo encontré raro porque conociéndola, debería haber estado llorando. Yo incluso me había preparado con dos cajas de clinex... una para la sesión con ella, y otra para los demás pacientes de la semana. Tenía una mirada rara... quizás porque durante los primeros segundos, no pude reconocer ninguna emoción en su expresión. No sé si habra estado tratando de fingir, o si estaba nerviosa, o quizás estaría actuando.... Tenía las manos relajadas, una postura derecha pero no rígida. Y sólo miraba seria. Al parecer no quería llorar... no quería dejar correr el torrente de sentimientos que tanto la saturaban. Ya nos conocíamos bastante bien, y no quería intervenirla bruscamente porque existía la posibilidad de tomarla por el angulo incorrecto y desencadenar la ira. Sus sentimientos producían un calor en su interior pero dependiendo de la válvula de escape estos irían saliendo en formas distintas... pena... rabia... nostalgia... Y yo no quería desatar la ira. 

Mientras estaba sentada al frente de ella, decidí hablar de otra cosa. Cada vez que iba a pronunciar una palabra de esas que - yo sé- que hacen hablar, me reprimía. No quería escuchar. No sé porque me sucedió eso pero no quería escuchar hablar a esa paciente. No quería saber lo que ella sentía. Hablamos de la vida....

Después de un rato, le pedí un consejo y supe lo que estaba sintiendo. Le dije me había pasado algo en particular, y le pedí que me dijera que me recomendaba hacer. A través de su consejo pude observar varios elementos que me llamaron la atención, porque todos sus consejos reflejaban lo que ella alguna vez había experimentado. Con mi historia la llevé a muchas areas dificiles de comprender, pero ella en muchas de esas situaciones sintió empatía, sabía de lo que yo le estaba hablando. Me mostro su mundo empaquetado en forma de consejo.

Cuando se estaba terminado la sesión, sentí que quedaba algo pendiente. Ella no me había dicho por qué había venido, y yo lo supe todo el tiempo, pero no le había querido preguntar. Y me contó. Yo la miré y le pregunte ¿que vamos a hacer? En ese momento no la ví más. Mi paciente era yo.

domingo, 30 de agosto de 2009

Careti Psicóloga - Una nueva terapia

Hace 5 años atendí a mi primer cliente un miércoles a las 10 de la mañana. La noche anterior me había quedado pensando que el parecía ser una persona tan íntegra, y con todo para ser feliz, y no podía entender como sus problemas le pesaban tanto. Me fui a dormir un poco inquieta por no saber cómo enfrentar la situación, pero a fin de cuentas, tranquila… algo se me ocurriría. Llegó el, y afuera había un sol radiante. Mi consulta queda al frente de la playa y podía ver como el mar brillaba con el sol así que me sentí feliz. No hacía tanto calor porque recién era Agosto, pero sí era un día perfecto. Partimos la sesión, y lo interrumpí apenas pude. Le dije que fuéramos afuera a la playa. Le pedí unas bolsas plásticas a mi secretaria y cruzamos la calle. 

Le dije que sacara cuantas bolsas quisiera, y representara el peso de sus problemas con la arena en las bolsas. Hice eso porque llevábamos muchas sesiones hablando de lo mismo y todo parecía afectarle… yo quería saber cuanto le pesaban esos llamados “problemas” y cuantos eran. Ese fue el día que inventé una nueva terapia, pero fue la única vez que la use. No sabía que iba a resultar pero sentí que no tenía nada que perder, y lo iba a ayudar. Siete años de terapia continua con varios sicólogos distintos poco lo habían ayudado y ya era hora de darle un vuelco a su vida. Comenzar a vivir y dejar de morir. 

Me quede observando como metía arena en las bolsas… había sacado varias… quizás unas 5, y al principio las había llenado con mucha arena y cuando ya iba llenando las últimas, las hizo más livianas. Le dije que teníamos que caminar. Me miro y yo esperé a que tomara las bolsas… lo hizo y partimos. Después de unos minutos el ya se veía cansado, y ahí nos detuvimos. Le pregunté que se sentía caminar con ese peso que el había decidido poner en las bolsas y se quedó pensando. Me dijo en broma que aparte de sacar músculos, que le gustaría tirar las bolsas al suelo. Pero claro…. “Careti que haz hecho!” Pensé. Por supuesto que iba a querer dejar las bolsas tiradas y seguir sin ningún peso encima pero en la realidad ¿podía el deshacerse de todos sus problemas? 

Esta metáfora era más complicada de lo que yo creía, pero tenía sentido. Sus problemas representados por el peso de las bolsas lo hacían más fuerte con el tiempo, pero no podía deshacerse de ellas tan fácilmente. Le dije que hiciera cualquier cosa increíblemente bella con la arena que tenía. Acarreó las bolsas a la orilla de la playa, mojó la arena, y se puso a hacer un castillo. No era sólo arena porque también había conchas de todo tipo y ramas de árbol así que había bastante “materia prima”. 

Cuando acabó nos dimos cuenta de que lo que antes había sido utilizado para representar las falencias en su vida, hoy habían servido para crear algo hermoso. El no salía de su casa, le faltaba contacto con la naturaleza. El no creaba nada nuevo, tenía que crear algo bello. El no dimensionaba el sobrepeso con el que tenía que cargar cada día, simplemente se sentía agobiado. Todo es lo mismo, lo que depende es cómo uno lo ve. En todo caso, nunca volví a hacer lo mismo con un paciente porque es increíble como cada persona necesita un mecanismo distinto para despertar. 

sábado, 29 de agosto de 2009

Careti Psicóloga - La mente humana es todo un mundo

"Aries" por Carolina Silva
La semana pasada para mí fue una semana agotadora... venía llegando de Polonia porque había ido a visitar algunos museos, campos de concentración, etc.,... cosas que siempre me habían interesado por todo lo que he leído, y llegó un paciente, que no era nuevo, pero tampoco me acordaba bien de hace cuantos años atrás lo había atendido. Es una persona curiosa... la verdad es que para entenderlo necesito dejar de ser yo. Venía vestido con una sábana que le había cortado un hoyo en la cabeza para poder ponérselo como "túnica", y se sentó como si nada en el sillón de cuero rojo que tengo en la consulta. Me compré ese sillón rojo porque estuve averiguando que el color rojo, es el que precisamente produce esas catarsis en mis pacientes que tanto me encantan. Adoro cuando explotan.

El momento que mas me pone nerviosa es cuando se sientan ahí como tímidos, y todavía no comienza el drama. Me gusta cuando logro dar en la herida y comienza la verborragia que no para. Pero no a todos les pasa eso... algunos son más pasivos... no quieren hablar. Se rehúsan... porque la abulia los consumió y ya ni siquiera quieren alegar. Pero esos son la minoría. La mayoría se sienta en el sillón del terror como le inventé yo cuando estaba aburrida, y después de un ratito, empiezan a sorprenderme con un mar de sentimientos que si no fuera fuerte.... no sé cómo no me desmoronaría. 
Es divertido... cada día una cosa distinta. En fin, este "ser" se instaló feliz en mi sillón rojo, y comenzó a darme una cátedra. Que el había decidido dejar de ser convencional y se había dedicado a ejercer la profesión de fantasma. Lo decía tan seguro de si mismo que no sabía si me estaba convenciendo, si era esquizofrénico, o en verdad yo había faltado a la clase donde alguna vez en la universidad habían hablado de gente así. Mientras me hablaba igual le encontraba razón, además su razonamiento parecía cuerdo pero es que no calzaba con la realidad. 

La cosa es, que el me había traído uno de sus trajes de fantasma de regalo, lo sacó de su mochila peluda y me lo extendió. Yo le di las gracias, y además lo encontré muy tierno porque había escogido una sábana rosada, y le había hecho el agujero para poner la cabeza con sumo cuidado. Yo pensé en ese minuto que hacía falta gente como esa... Después terminó la sesión, y se fue caminando por el pasillo del hospital. En ese minuto había sido como si hubiéramos estado en otro plano del tiempo y el espacio... ¿porque entró una persona disfrazada de fantasma a mi consulta!!!? WTF?... No lo podía creer... me causaba risa y al mismo tiempo impresión. Miré rápido por la ventana hacia la calle, y lo vi salir del hospital, subirse al auto, y ahí recién note que debajo de la sábana tenía un terno.

martes, 25 de agosto de 2009

Careti Psicóloga

La pregunta que siempre le hago a mis clientes cuando llegan a mi consulta es: buenos días señor o señora, señorita o joven... que lo trae por estos lados? Y ellos se sientan en su sillon, y después de un rato, generalmente se acaba el tema y les digo "En cual te vay?". Algunos quedan en shock y otros reaccionan bien... generalmente los jóvenes se rien y me dicen "nose loca...." y se ponen a llorar. En ese momento yo digo... OMG, what am i doing here!...y les digo que voy a ir a buscar un cafe. Cuando recién comencé ejerciendo me pasaba eso. Ahora no, ahora me quedo ahi intentando pensar que le pasa. Porque para ayudarlos necesito ser empatica. Y para ser empatica tengo que sentir lo que sienten ellos.

Pero el problema aqui, es que nunca nos enseñaron eso... por lo menos no a mi. La idea era tener más o menos una forma y estrategia para preguntar y en base a eso usar la creatividad para desentrañar hasta en el más infimo rincón un pequeño trauma por ahi guardado el que "de seguro" produce muchas "consecuencias" que hasta "el día de hoy" siguen influenciando... y es verdad... pero saber todo eso no te da empatia. Eso debe practicarse... no obviarse..


Bueno en fin, la cosa es que despues de un rato se van, y yo pienso que no se si deprimirme porque en el mundo hay mucha gente triste... o sentirme afortunada de que veo la realidad más como es: como un mundo en el que uno SI QUIERE vivir. Porque estas personas que vienen día a día a mi consulta, algo tienen en común, y es que son testarudas. 

Bueno, ya me voy, tengo cosas que hacer.