La belleza cautiva la vista de quien está observando. Inmóvil lo deja sin otra cosa en la mente que el gusto por lo que está mirando. La belleza es tan sorprendente que una lágrima le corre por la mejilla y en sus pupilas se refleja lo que ve. Los ojos los tiene bien abiertos, y la boca no la puede cerrar. Está absorto contemplando tanta belleza que si no fuera cierta lo creería.
La belleza es perfecta en el minuto que descubrimos que lo que observamos lo tiene todo. No le falta nada. Como si reflejara todas las maravillas del universo, entraran por nuestros ojos y llegaran al alma.
Que haríamos sin la belleza, o que haríamos sin nuestra capacidad de apreciar la belleza. Nosotros somos la conciencia que puede fascinarse de la existencia.
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